miércoles, 15 de junio de 2011

A CIERTA EDAD...

Dicen que a cierta edad las mujeres nos hacemos invisibles, que nuestro protagonismo en la escena de la vida declina y que nos volvemos inexistentes para un mundo en el que solo cabe el ímpetu de los jóvenes.

No se... si me habré vuelto invisible para el mundo, es muy probable, pero nunca fui tan consciente de mi existencia como ahora; nunca me sentí tan protagonista de mi vida y nunca disfruté tanto de cada momento de mi vida.

Descubrí que no soy una princesa de cuento de hadas, descubrí que sencillamente soy humana, con mis grandezas y miserias.

Descubrí que puedo permitirme el lujo de no ser perfecta, de estar llena de defectos, de tener debilidades, de equivocarme, de hacer cosas indebidas y a pesar de ello quererme mucho y aun de amar, de sentir, de vibrar...





Cuando me miro al espejo, ya no busco a la que fui... Sonrío a la que soy hoy... Me alegro del camino andado y asumo mis contradicciones.

¡¡Que bien, no sentir ese desasosiego permanente que produce correr tras los sueños!!

¡¡Que bien poder disfrutar del silencio y de los pensamientos!!

¡¡Que lindos son mis recuerdos y sonreir tras ellos!!

La vida es tan corta y el oficio de vivirla es tan difícil, que cuando uno comienza a aprenderlo, ya hay que morirse.





Por eso trato de vivirla con plenitud... como si hoy fuera el ultimo día, gozando cada minuto, cada momento, cada un... te quiero, cada rayo de sol que me acaricia.


Solo así se aprecia la vida, sabiendo que la tienes sin poseerla y dejandola correr sin retenerla.