La tradición de asistir al cementerio para rezar por las almas de quienes ya abandonaron este mundo, está acompañada de un profundo sentimiento de vocación, donde se tiene la convicción de que el ser querido que se marchó pasará a una mejor vida.
Esta tradición del Día de los Fieles Difuntos no es más que la cristianización de antiguos ritos paganos, como los que los antiguos celtas celebraban, de la que derivó el Halloween, tradición que sigue siendo mantenida en los países anglosajones.
En la Iglesia Católica, para esta celebración se recita el oficio de difuntos y las misas, excepto cuando el 2 de noviembre cae en domingo, pues no se puede celebrar misa de difuntos en domingo, razón razón por la que los cristianos orientales celebran esta fiesta en sábado.
En España, Portugal y América Latina es tradición que los sacerdotes celebren tres misas ese día.
LA NOCHE DE LAS ÁNIMAS.
El invierno es largo en los pueblos de la sierra.
Sus gentes se sientan al calor del fuego para contar y escuchar historias de brujas, seres mágicos y hechos prodigiosos.
Mucha historias acaecían en el primero de noviembre, en la noche de las Ánimas.
La noche de Todos los Santos se llenaba de oraciones y velas en memoria de los difuntos.
Por la mañana, las mujeres iban al cementerio para adornar las tumbas con flores frescas.
Durante todo el día, las campanas desgarraban el toque de difuntos, recordando a los muertos.
Mientras, los niños vaciaban calabazas y abrían en ellas ojos y bocas terroríficas. Dentro colocaban una vela que una vez encendida, asustaba a jóvenes y mayores.
Por la noche, las familias se reunían en el hogar donde rezaban y recordaban a los que se fueron, después no faltaban las historias de brujas, fantasmas y apariciones que los abuelos explicaban a los más jóvenes de la casa.
Se dice que la noche de los difuntos, es la puerta que separa el mundo de los vivos del Más Allá.