La Noche de San Juan,
una fecha en la que no faltan las leyendas fantásticas ya que son innumerables, pero todas ellas son unánimes al decir que es un período en el que se abren de par en par las invisibles puertas del "otro lado del espejo".
Se permite el acceso a grutas, castillos y palacios encantados; se liberan de sus prisiones y ataduras las reinas moras, las princesas y las infantas cautivas merced a un embrujo, ensalmo o maldición.Braman los dragones y vuelan los "caballucos del diablo"; salen a dar un vespertino paseo a la luz de la Luna seres femeninos misteriosos en torno a sus infranqueables moradas, Hadas y deidades de la Naturaleza andan sueltos por los campos.
Afloran enjambres de raros espíritus duendiles amparados en la oscuridad de la noche y en los matorrales; las mozas enamoradas sueñan y adivinan quién será el galán que las despose.Las plantas venenosas pierden su dañina propiedad y, en cambio, las salutíferas centuplican sus virtudes.Los tesoros se remueven en las entrañas de la Tierra y las losas que los ocultan dejan al descubierto parte del mismo para que algún pobre mortal deje de ser, al menos, pobre.El rocío cura ciento y una enfermedades y además hace más hermoso y joven a quien se embadurne todo el cuerpo, los helechos florecen al dar las doce campanadas...
En definitiva, la atmósfera se carga de un aliento sobrenatural que impregna cada lugar mágico del planeta y es el momento propicio para sentir escalofríos, estremecernos, ilusionarnos, alucinarnos y narrar a nuestros hijos, nietos o amigos toda clase de cuentos, anécdotas y chascarrillos sanjuaneros que sepamos.